jueves, 14 de abril de 2011

¡Dedicado a todas las mujeres de España!

Cuando era pequeña, mi madre solía recitarme esta poesía. Hoy hemos estado hablando y de nuevo la recitó, ha sido un momento mágico:

Cierto día el Hada Azul,
quiso a la tierra bajar
y se mandó preparar
su gran carroza de tul.

Diciendo: "a cada mujer
de las diversas naciones,
les voy a dar tantos dones
como pueda conceder".

Bajó aqui sin dilación,
tocó su cuerno amarante
y acudieron al instante
una de cada nación.

Llamó y dijo a la italiana:
Tú tendrás ardientes ojos...
y tendrás labios tan rojos
que parecerán de grana.

Por tu cutis sonrosado
dijo a la inglesa, serás
entre todas las demás
un tesoro codiciado.

A la mujer parisina
le dió una distinción,
ingenio, corrección...
y hasta corazón también.

Y así fue haciendo lo mismo
pródiga con todas ellas,
repartiendo entre las bellas;
a una sentimentalismo,
a otra ingenio, a otra blancura,
a otra claro entendimiento,
a esa otra un alma pura...

Así acabó sus dones,
que entre todas repartió,
cuando al terminar salió
de entre todas las naciones
una gallarda manola
muy joven, casi chiquilla,
que lucía una mantilla
de rica blonda española,
y que acercándose al Hada,
ruborosa dijo así:
Según veo para mí
no me habéis dejado nada.

Quédose el hada un momento
suspensa de admiración
y fijando su atención en ella,
con acento dijo luego:
¿Tú que quieres
que yo te pueda otorgar?
¿Tienes algo que envidiar
a todas estas mujeres?
¿No tienes el pelo acaso
abundante, negro, hermoso?
¿No tienes el porte airoso?
¿No hay en tu mirada clara,
rayos de sol que fascina?
¿No es tu sonrisa divina?
¿No es bellísima tu cara?
Entonces, ¿qué quieres?, dí
si aún juntando a todas ellas,
resultan menos bellas que tú.

¿Qué buscas aquí?
Sin embargo, dijo el Hada:
yo no quiero que al marcharte
tengas porqué lamentarte
de que no te he dado nada.

Y mirando a la manola
dijo alzando más el tono:
¡A ver, que traigan un trono
a la mujer española!

Y en este cuento me fundo
si es que este cuento no engaña
para decir que en España
está lo mejor del mundo.




miércoles, 13 de abril de 2011

El falso poder de la palabra

El otro día un gran amigo me decía que hay que tener cuidado con las palabras ya que son muy poderosas y pueden causar un gran impacto a quién las escucha o lee.

Sin embargo, yo creo que hay algo mucho más poderoso que las palabras…El pensamiento.

Inicialmente, las palabras por si solas no significan nada, son solo un conjunto de letras pegadas las unas a las otras sin mayor trascendencia que sólo cobran un verdadero sentido cuando los seres humanos las interpretamos.

Es decir, solo cuando el pensamiento interpreta a la palabra, la dota de sentido y ahí está el verdadero poder. 

El poder de dañar, de ilusionar, de convencer, de hacer reír…de provocar buenos y malos sentimientos en nuestros semejantes está en nosotros mismos, en cómo nosotros sentimos e interpretamos el mundo.

Las interpretaciones que los seres humanos otorguen a la palabra dependen en gran medida de sus experiencias y vivencias, así como de su cultura y de los valores o creencias que les hayan inculcado durante sus años de vida, entre otros factores.

Por ello, los seres humanos podemos interpretar una misma frase de maneras tan diversas cuán individuos existen en nuestro planeta.

El verdadero poder no está en lo que otras personas digan, sino en cómo nosotros lo interpretamos. Es decir, en el sentido que nosotros demos a la palabra ajena.

Así pués, aunque sea un ejercicio bastante difícil de llevar a la práctica, cuando escuchemos o leamos algo, seamos críticos e intentemos contemplar el máximo número de versiones posibles antes de afirmar con seguridad que lo que acabamos de leer o escuchar significa ésto o aquello. Concedamos siempre el beneficio de la duda e intentemos recabar toda la información posible que nos ayude a interpretarlas de la manera más cercana posible a quién las emitió por primera vez.Quizás a esto también se le pueda llamar, empatía.

¿Por qué es tan importante lo que estoy diciendo? Porque...

La capacidad de pensar es un preciado regalo pero también es una gran responsabilidad, pues es con el pensamiento con el que podemos causar la felicidad o tristeza a las personas que están a nuestro alrededor, así como a nosotros mismos.

 Gracias por estimularme a pensar, a veces no recuerdo cómo hacerlo.