miércoles, 13 de abril de 2011

El falso poder de la palabra

El otro día un gran amigo me decía que hay que tener cuidado con las palabras ya que son muy poderosas y pueden causar un gran impacto a quién las escucha o lee.

Sin embargo, yo creo que hay algo mucho más poderoso que las palabras…El pensamiento.

Inicialmente, las palabras por si solas no significan nada, son solo un conjunto de letras pegadas las unas a las otras sin mayor trascendencia que sólo cobran un verdadero sentido cuando los seres humanos las interpretamos.

Es decir, solo cuando el pensamiento interpreta a la palabra, la dota de sentido y ahí está el verdadero poder. 

El poder de dañar, de ilusionar, de convencer, de hacer reír…de provocar buenos y malos sentimientos en nuestros semejantes está en nosotros mismos, en cómo nosotros sentimos e interpretamos el mundo.

Las interpretaciones que los seres humanos otorguen a la palabra dependen en gran medida de sus experiencias y vivencias, así como de su cultura y de los valores o creencias que les hayan inculcado durante sus años de vida, entre otros factores.

Por ello, los seres humanos podemos interpretar una misma frase de maneras tan diversas cuán individuos existen en nuestro planeta.

El verdadero poder no está en lo que otras personas digan, sino en cómo nosotros lo interpretamos. Es decir, en el sentido que nosotros demos a la palabra ajena.

Así pués, aunque sea un ejercicio bastante difícil de llevar a la práctica, cuando escuchemos o leamos algo, seamos críticos e intentemos contemplar el máximo número de versiones posibles antes de afirmar con seguridad que lo que acabamos de leer o escuchar significa ésto o aquello. Concedamos siempre el beneficio de la duda e intentemos recabar toda la información posible que nos ayude a interpretarlas de la manera más cercana posible a quién las emitió por primera vez.Quizás a esto también se le pueda llamar, empatía.

¿Por qué es tan importante lo que estoy diciendo? Porque...

La capacidad de pensar es un preciado regalo pero también es una gran responsabilidad, pues es con el pensamiento con el que podemos causar la felicidad o tristeza a las personas que están a nuestro alrededor, así como a nosotros mismos.

 Gracias por estimularme a pensar, a veces no recuerdo cómo hacerlo.

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